25 agosto 2008

HISTORIA DE CRUZ DEL EJE. POR JUAN CARLOS LOZADA ECHENIQUE


JUAN CARLOS LOZADA ECHENIQUE
Miembro de Número de la Junta Provincial de Historia

RESEÑA HISTORICA LA CRUZ DEL EJE

Un nombre = Unas Tierras = Un Vecindario =
Una Ciudad

CORDOBA 1964

I-

VERSIONES SOBRE EL ORIGEN DEL NOMBRE

La Cruz del Eje de Calamuchita

La Cruz del Eje, nombre al que se ha suprimido el artículo y que desde tiempos remotos lleva la hoy ciudad del noroeste cordobés, extendidos a la división departamental, ha dado motivo para que se forjen dos supuestas leyendas que pretenden explicar su origen. No son ellas de muy antigua data, al menos en los que se refieren a sus versiones escritas, publicadas en este siglo.-

Una, de Ataliva Herrera, incluida en su poema ¨ Bamba ¨ , canto IV , relata el combate singular entre el capitán Tristán de Allende y el cacique Olayón, que concluye con la muerte simultánea de ambos, que de ser cierto, hubiera quedado registrado, por sus características, personajes actuantes y soldados españoles que dice lo presenciaron, en algunas de las tantas crónicas de la época que se guardan en el Archivo Histórico de la provincia, prolijamente investigado por los historiadores cordobeses.-

El capitán Tristán de Allende y el Cacique Olayón son personas inexistentes y por eso mismo para nada se los menciona en los hechos de la conquista y colonización del Tucumán, cuyos actores los han relatado en sus probanzas de servicios u otros documentos. Este, por lo extraordinario, no se hubiera omitido. Del caballo y la lanza no dispusieron los indios en la época en que tendría que ubicarse el acontecimiento. La forma en que lo describe Ataliva Herrera más bien nos recuerda los duelos mantenidos por los caballeros medievales.-

Monseñor Pablo Cabrera, al referirse a los indios que habitaron los actuales Departamentos de Punilla y Cruz del Eje, afirma que “su sometimiento al dominio español no impuso casi el tributo de sangre y el apostolado evangélico lo redujo sin mayores dificultades a la fe.
Eran de carácter apacible y muy asequibles a los beneficios de la colonización”. El dicho de Monseñor Cabrera investigador escrupuloso de la vida y costumbre de los indios pobladores de estas regiones, contribuye a restarle veracidad al relato.
Otra, inserta en el diario ¨Los Principios¨ del 6 de Setiembre de 1927, de autor que se oculta bajo el seudónimo de Namún Curá, cuenta el trágico fin del comerciante vasco Tomás Iturrilicoechea, muerto al caer de cabeza y troncharse el cuello a consecuencia de haberse quebrado el eje de la carreta que lo transportaba. Entre los que se sucedieron como propietarios de Siguimán - conocidos todos – no se encuentra éste, a quién se lo pretende incluir entre ellos. Es también una persona inexistente. Namún Curá se adelanta a quitarle todo viso de verosimilitud al relato, poniéndolo en boca de don Juan de la Mentirola.
Una y otra versión tienen como epílogo de colocación, sobre las tumbas de las víctimas, de una cruz formada con el eje de una carreta. No resisten el más ligero análisis que pueda conducirnos a encontrar algún vestigio de verdad en ellas ni son el fruto de una tradición oral. En los muchos años que he vivido en Cruz del Eje, indagué a sus más viejos pobladores nativos y ninguno de ellos recordaba haberlas oído a sus mayores.
El poeta y el cuentista tienen amplia libertad para usar la imaginación en la confección de sus trabajos literarios, pero ello no autoriza para que sus argumentos se los admita como ciertos, sobre todo si no dieron a conocer las fuentes en que se basaron, resultando incomprensible como han podido ser aceptadas estas versiones por muchos y que aún hoy se las repita creyéndolas verídicas.
El nombre se originó, sin lugar a dudas, por haberse puesto allí una cruz formada con el eje de una carreta. Desechados los relatos de Ataliva Herrera y de Namún Curá, quedamos sin saber con qué propósito se la colocó, al no llegar a nosotros noticia o indicio cierto que nos oriente para dilucidarlo .Más adelante volveré al tema.

Hay un antecedente interesante. Con diferencias que no alterarían lo esencial, los hechos pudieron repetirse.
Con el nombre de la Cruz del Eje se conoció, muchos años antes que el otro, un lugar de la provincia situado en le Departamento Calamuchita. Del contenido de los escritos en que se lo menciona, se desprende que el nombre provino de una cruz colocada en signo de posesión de las tierras y que ella se fabricó con el eje de una carreta que debió romperse al transitar por el camino que conducía a Mendoza, cuyo toldo los indios establecidos en ese sitio por disposición de su encomendero, utilizaron a manera de choza, hecho sobre el cual nadie ha pretendido fraguar una leyenda.
Andrés Pajón se presentó ante el Alcalde ordinario de la ciudad de Córdoba don Luis del Peso, demandado por el despojo de que le había hecho víctima Juan Rodríguez Navarro, ¨como hombre poderoso y ser yo pobre y que no tengo quien me ayude¨ , y solicitando se lo ampare en sus derechos sobre una ¨ suerte de tierras para estancia, entre el río de Calamuchita y la estancia de Pedro de Acosta ¨, que le pertenecía por herencia de su hermana Catalina de Medina, a quien se las concedió en merced el gobernador don Hernando de Zárate el 2 de Julio de 1594. En el título de merced se determinó que la estancia estaba sobre el camino a Mendoza y que el asiento se llamaba Pococha Campichira.-
El Alcalde, haciendo al petitorio de Pajón, el 9 de Enero de 1616, ¨ mandó al alguacil mayor o cualquiera de sus tenientes, que baje a una estancia de tierras que son en esta jurisdicción, que cae entre una estancia de San Pedro de Acosta y el río de Calamuchita, que el asiento se llama Pococha Campichira ... y de ellas echar y lanzar a Juan Rodríguez Navarro y otras cualesquier personas que parecieren estar en ellas, de manera que queden desocupadas y las haya o goce como suyas el dicho Andrés Pajón ¨ . El teniente de alguacil Francisco Aguirre, el 17 del mismo mes y año, notificó la resolución del Alcalde a Rodríguez Navarro, el que respondió ¨ no sabía de tierras ni tenía título ni había puesto cruz ¨. El comisionado, satisfecha esta diligencia, “fue a la tierra contenida en dicho título de merced y en una cañada de la dicha tierra... estaban un corralillo de ramas y una india vieja, como hasta cincuenta ovejas, lancé y eché de las dichas tierras, en conformidad del dicho mandamiento de lanzamiento y el corral de ramas lo deshice y desbaraté, y un toldo de carreta que hacía que le servía de casa y choza a los dichos indios, lo saqué de las dichas tierras, y una cruz que estaba puesta en la dicha cañada, la mudé y pasé a un alto, fuera de la dicha cañada, a lo cual me ayudaron dos indios...¨. El texto transcripto es preciso. La cruz, que como lo veremos a continuación dio nombre al lugar, estaba puesta en señal de posesión de las tierras, siendo ésa y no otra, la causa por la cual la mudó el comisionado, y es obvio que fue hecha con el eje de la carreta cuyo toldo emplearon los indios para que les hiciera las veces de choza.
Ratifica lo primero, el ¨ curaca principal y natural del pueblo llamado Chacacas y por otro nombre la Banasan, de la encomienda de Pedro González Carriazo ¨, suegro de Rodríguez Navarro, cuando, al quejarse por el procedimiento del comisionado, destacó que quitó la cruz que tenía puesta y la puso en otra parte ¨, a lo que Pajón contestó que Rodríguez Navarro ¨ sacó de su asiento natural dos indios y los llevó a las dichas tierras en donde los pretendió asentar.
Rodríguez Navarro, cumplidas las anteriores actuaciones, para justificar su derecho de propiedad, acompañó testimonios de la merced que le hizo don Luis de Quiñónez Osorio, gobernador del Tucumán, el 16 de mayo de 1615, es decir meses antes, ¨ en mérito a sus servicios y ser casado con una hija del capitán Pedro González Carriazo, de una cañada de tierras, doce leguas de la dicha ciudad de Córdoba, camino de las carretas de la sierra de Calamuchita, a donde llaman la Cruz del Eje o por otro cual más cierto se hallare ¨ y del acta levantada al tomar posesión de las mismas fechada el 2 de agosto ¨ en la cañada de la Cruz del Eje que por otro nombre más acierto se llama la Bansacana”.-
El nombre era muy reciente. Pajón y el teniente de alguacil no lo emplearon, refiriéndose a las tierras por su nombre indígena; el gobernador Quiñónez Osorio, si bien las llamó la Cruz del Eje, agregó, ¨ o por otro cual más acierto se hallare ¨, dando a entender que el mencionado podría no ser verdadero, y en el acta en que consta la toma de posesión de las mismas por Rodríguez Navarro, se las ubica ¨ en la cañada de la Cruz del Eje que por otro nombre más acierto se llama la Bansacana ¨.
Las incidencias del juicio y su resultado favorable a Pajón, no interesan a nuestro fin. Pese a que dijo ser pobre y no tener quien lo ayude, recuerdo que él fue el primer maestro que en córdoba instruyó a los hijos de los conquistadores entre los cuales, debemos suponer, de algún predicamento gozaría. Más de un juicio de esta clase se ventiló en ese entonces, invocando derechos sobre tierras, en los cuales los actores, llamándolas con diferentes nombres puestos por ellos, buscaron confundir a los jueces, favorecidos por las dificultades para ubicarlas con exactitud ante lo impreciso de las descripciones hechas en los títulos. Esto es lo que ocurrió con los títulos de merced de las dos Cruz del Eje.-
Un siglo y medio más tarde aun las tierras de Calamuchita conservan el nombre. El 19 de diciembre de 1726, doña Petronila Palacios de Cisterna vendió a don Baltasar de Azebedo, ¨un cuarto de legua que tiene en la merced de Bansacana y Cruz del Eje, que se le hizo al capitán don Pedro González Carriazo ¨, y el 12 de febrero de 1749 se inventaría en el juicio sucesorio de don Juan Díaz de Albarracín, casado con doña María Agustina de Avila, entre otros bienes que le pertenecieron, ¨ la estancia de la Bansacana y Cruz del Eje, que fue de la morada y residencia de dicho difunto ¨, habida por herencia de su esposa de primeras nupcias, doña Micaela Arias de Loyola, quien, a su vez, la adquirió por herencia de su esposo de primeras nupcias don Pedro Jaimes.-
Luego, el nombre se pierde, sin que conozcamos con cual se lo sustituyó al hacerse práctica corriente cambiar nombres tradicionales por el de personas o referidos a hechos que, la mayoría de las veces, no tuvieron relevancia.-

II-

DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA DEL TERRITORIO

El descubrimiento y conquista efectiva del territorio dentro del cual estuvieron comprendidas las tierras que, ciento cincuenta años más tarde habrían de conocerse con el nombre de la Cruz del Eje, lo llevó a cabo la expedición mandada por el capitán Gaspar de Medina.
El historiador cordobés, Dr. Carlos Luque Columbres, publicó un interesante trabajo que mereció el elogio de la critica por su factura y fuentes en que se basó, historiando la vida en América de este conquistador y genearca, cumplida primeramente en el Perú y Chile y después en la gobernación del Tucumán, a donde llegó formando partes de las huestes de Francisco de Aguirre. Valeroso, como lo fueron todos los conquistadores españoles, sobresalió entre sus compañeros de luchas y aventuras, dejando a su muerte, ocurrida en Córdoba a principios de 1598, un apellido ilustre que se prolonga en numerosa dependencia arraigada en San Miguel de Tucumán, La Rioja y Córdoba.
Siendo uno de los primeros pobladores de San Miguel de Tucumán, el gobernador Gonzalo de Abreu, sucesor de don Jerónimo Luís de Cabrera, le designó teniente de gobernador de aquella ciudad. Al ser sustituido Abreu por Hernando de Lerma, Gaspar de Medina sufrió las persecuciones a que se vieron sometidos todos los que habían actuado con su antecesor. Para librarse de ellas se trasladó a la ciudad de La Plata, en donde lo encuentra en 1585 don Juan Ramírez de Velasco que marchaba al Tucumán para asumir la gobernación. Medina se le sumó y el 7 de agosto de 1586 es nombrado teniente de gobernador de Córdoba, en cuyo nombramiento Ramírez de Velasco le expresa que: “pareciendo os ser cosa necesaria y conveniente salir de la dicha ciudad por los términos de ella, a facer algunas malocas; lo haréis, apercibiendo la gente necesaria y competente para ello y entrar con ella a las partes o lugares que cedes que conviene, llendo por caudillo y capitán de ella, que por tal los nombro”.-
Cumpliendo lo ordenado, entre otras expediciones que con el mismo fin lleva a cabo, Gaspar de Medina se interna a principios de octubre de 1587 en la provincia de Toco-Toco, situada en el lugar en que hoy se encuentra la ciudad de Cruz del Eje y circunveemas. Lo acompañan, entre otros, Antonio Suárez Mejía, Tristán de Tejeda, Pedro de Soria, Baltasar Gallegos, Francisco Blázquez, Francisco Rodríguez y el escribano Juan Nieto.-
Meses después de la fundación de Córdoba, había visitado el Toco-Toco Hernán Mejía de Miraval, cumpliendo instrucciones expresas de don Jerónimo Luís de Cabrera, dadas el 31 de octubre de 1537, quien le ordenó “salir por valle e pueblo de Camín Cosquín y pacificar los indios que estuvieren rebelados y castigar si hubieren hecho algún delito y visitar el fuerte de Escoba (próximo al actual Charbonier) y de allí hasta Toco-Toco y valle de Soto”.-
Esta expedición, como la que le precedió, antes de la citada fundación, mandada por Lorenzo Suárez de Figueroa, no llevó a cabo actos efectivos de posesión ni “actos formales de carácter administrativo relacionados con las encomiendas repartidas en ese distrito”, como bien lo hace notar Luque Columbres. Ambas se limitaron a descubrir y recoger noticias sobre los pueblos y caciques de aquellas regiones. Suárez Mejía lo confirma al recordar que, cuando llegaron a ellas con Gaspar de Medina, “hasta entonces los indios no habían dado obediencia a Su Majestad ni habían visto españoles”. Puede decirse entonces con propiedad, que recién el Toco-Toco se incorporó al dominio español por la acción de este último conquistador, que repartió tierras e indios y fundó pueblos en los primitivos asientos indígenas. Hasta esa fecha, en esta parte del Tucumán, la mayoría de los repartimientos no se habían efectivizados. Apenas han trascurrido poco más de diez años de la fundación de Córdoba.-
Las posesiones reales de las encomiendas darán origen a un sin números de pleitos entre los beneficiarios; por lo impreciso de las concesiones, a consecuencia de la falta de noticias ciertas sobre lugares y pueblos indígenas. En el juicio que Antonio Suárez Mejía promovió contra Francisco Pérez de Aragón, continuado con su viuda doña Lucrecia de Villalba y su esposo de segundas nupcias Gabriel García de Frías, reclamando por el despojo de ciertos pueblos, entre ellos el de Tullanaha e Manampa, de que dice haber sido víctima por parte de don Pedro Luís de Cabrera para dárselos a Gabriel García de Frías, resuelto a su favor por la Real Audiencia de La Plata el 20 de noviembre de 1599, se agrega como prueba, un extenso documento que Suárez obtuvo en copia al solicitarlo por la “necesidad de sacar un traslado las averiguaciones que el capitán Gaspar de Medina, teniente de gobernador, acometió y mandó a hacer al capitán Juan de Burgos, don Alonso de la Cámara y a Luís de Abreu de Albornoz y a Juan Nieto, escribano público, estando en el pueblo de Manampa e Jaguey de las Once Mil Vírgenes, que en aquella sazón le puso este nombre el dicho capitán como primer descubridor”, mediante cuyo documento llegan a nosotros noticias concretas sobre los actos de posesión y nombres dados a los pueblos al verificarse la expedición.-
A Suárez Mejía le había sido concedida en Santiago del Estero, el 11 de octubre de 1583, por el licenciado Hernando de Lerma, gobernador y justicia mayor del Tucumán, una encomienda que comprendía parte de las regiones que iba a explorar y ocupar el capitán Gaspar de Medina, la que “fue primero de Juan Gómez de Ocaña, vecino que fue de la ciudad de Córdoba y están vacos, porque luego que le fueron encomendados, hizo ausencia de la dicha de la ciudad y no ha vuelto a esta en tiempo de diez años y durante la dicha ausencia murió”.-
La encomienda abarcaba numerosos pueblos que en el documento respectivo se enumeran, situados a “cuatro leguas poco más o menos del valle de Soto”. Suárez Mejía había pedido el 22 de setiembre de 1584, al teniente de gobernador en Córdoba, capitán Juan de Burgos, le diese posesión de la encomienda, lo que le éste hace, en forma simbólica, en la plaza pública de la ciudad, en presencia de los testigos Juan de Soria, Pedro de Candía y Francisco Rodríguez y ante el escribano Diego Díaz.-
La expedición de Gaspar de Medina le ofrece a Suárez Mejía la oportunidad de tomar posesión real de esos pueblos e indios, y así leemos que, habiendo llegado los expedicionarios a “este asiento de Caviche o Cavis e Jaguey de la Cruz, que así se puso por nombre, término y jurisdicción de la ciudad de Córdoba, a veinte de octubre de mil quinientos ochenta y siete, ante el capitán Gaspar de Medina, teniente de gobernador y justicia mayor y por ante mí el presente escribano (Juan Nieto), pareció presente Antonio Suárez Mejía, vecino de dicha ciudad y dijo que pedía e pidió a su merced le mandase dar y dé posesión de los pueblos, cacique e indios contenidos en esta cédula y pidió justicia, y luego el dicho capitán, habiendo visto la dicha cédula dijo, que trayendo indios en que le dé le dicha posesión, que está presto désela dar”, siendo testigos Tristán de Tejeda, Francisco Blázquez y Francisco Rodríguez.-
El término Cruz, usado por Gaspar de Medina, está referido al símbolo del cristianismo y fue empleado por otros conquistadores con igual sentido al dar nombres a los pueblos, de lo que tenemos numerosos ejemplos; no a una cruz que pudo o no plantarse en el lugar.-
Aníbal Montes, investigador de la toponimia cordobesa, coincidiendo con otros que han estudiado la misma materia, afirmó que el asiento de Caviche o Cavis se ubicaba en el mismo lugar en donde actualmente se encuentra la ciudad de Cruz del Eje, de lo que resulta, por cuanto “hasta entonces los indos no habían dado obediencia a Su Majestad ni habían visto españoles”, circunstancias que hizo resaltar su acompañante Antonio Suárez Mejia, y que su primer nombre español, dado por el mismo Medina el 20 de octubre de 1587, fue el de Jaguey de la Cruz.-
Precisando más lo dicho por Montes, creo que el asiento se encontraba en el extremo norte de la actual ciudad, próximo al lugar conocido por El Pantanillo, zona baja que absorbe parte de las aguas del río, lo que determina que en ella afloren vertientes y en la cual, practicando excavaciones en la barranca vecina, “donde se arrima el río”, se han descubierto restos de un cementerio, flechas y útiles de uso personal que nos muestran que allí existió un asiento indígena.-
Contribuyente a ratificarlo el hecho de que, al día siguiente del acontecimiento relatado, es decir sin haber podido recorrer una distancia considerable, Gaspar de Medina le dio el nombre de Jaguey de las Once Mil Vírgenes al asiento y pueblo de Nolomo, que en otras partes de la misma documentación se lo llama indistintamente con los nombres de Mananpa, Tulianaha o pueblo de Tulián, que tenía por cacique a Nolomo Charaba, sito en el paraje que después se llamó San Jacinto y hoy La Gramilla, en las proximidades de la Villa de San Marcos Sierras, donde aún residen habitantes nativos que llevan el apellido Tulián.-
El asiento de Caviche se extinguió en la primera mitad del siglo siguiente. La despoblación se inició por obra del primer encomendero, quedando el hecho comprobado por el teniente de gobernador de Córdoba, Capitán Antonio de Aguilar Vellicia, al cumplir la orden del gobernador del Tucumán don Pedro de Mercado de Peñaloza, de “constatar la existencia en la ciudad de indios e indias que los encomenderos han traído a ellas empleándolos en sus servicios con lo que ocasionan perjuicios a los pueblos a que pertenecen al verse privados de ellos”, a cuyo efecto “entró en la casa de la morada del capitán Antonio Suárez Mejia, ordenando juntar los yanaconas e indios y demás servicios de la dicha casa”.
Entre los reunido encontró indios provenientes de Caviche o Jaguey de la Cruz que declararon tener por caciques a don Pedro Macanaza o Matcana, a don Diego Cacitamavache, don Juan Cantapuca y don Pedro Chilcachuctavi.
Hasta los años 1611 y 1612 aún subsiste el mencionado asiento, según se deduce del concurso de oposición a que se presentaron los presbíteros Francisco Gómez Freyre y Juan Caicedo de Álvarez para ocupar los curatos y beneficios vacantes, entre ellos el de Caviche.-

III-

EL PUEBLO DE TOCO Y LAS TIERRAS DE OLAYON


Toco o Toco-Toco, se traduce en las distintas lenguas habladas por los naturales (comechingón, aimará, quichua, cunza y aleutiak), por los hoyos, tierra de muchos hoyos, hueco, quebrada y hondura, barro o piedra.-
Los indios que habitaron el asiento de Toco al efectuarse la conquista española, fueron encomendados al maestre de campo Pedro Tello de Sotomayor, casado con doña María Peralta, hermana de don Juan Porcel de Peralta. A su muerte, la encomienda pasó a su hijo Antonio Tello de Sotomayor, dueño de la estancia del Molino y Peñas, situada entre las actuales poblaciones de Totoral y La Dormida, a donde el encomendero llevó la mayor parte de los indios. Allí los encontró, acaudillados por su cacique, el visitador Francisco de Alfaro, al efectuar en 1611 su inspección a los naturales de Córdoba, ante quien declararon ser del pueblo de Toco, de donde habían sido traídos hacía cinco años para prestar servicios en la estancia, en esa fecha de propiedad de Alonso de Coria Bohórquez. Posteriormente fueron conducidos a Guamacha por orden de don Félix de Cabrera, lo que motivó que el 8 de febrero de 1645, la Audiencia de La Plata ordenase que volviesen “al pueblo y molino de la Toma, que llaman Las Peñas, los indios de Toco”.-
El 12 de octubre de 1681, el gobernador del Tucumán don Fernando de Mendoza Mate de Luna los encomendó por dos vidas a don Martín de Garayar, heredero de Antonio Tello de Sotomayor, pasando luego a la nieta del encomendero, doña Rosa María Sarmiento, cuyos derechos le fueron reconocidos por el gobernador Tomás Félix de Argandeña, el 18 de julio de 1689.
En el antiguo asiento, después del traslado dispuesto por Antonio Tello de Sotomayor, quedaron muy pocos indios que hizo constar el tesorero sargento mayor Fadrique Alvarez de Toledo al informar, el 18 de diciembre de 1681, que “son seis los que se hallan en el padrón de indios del pueblo de Toco”. A los pocos años el asiento se despobló totalmente.-
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El 16 de mayo de 1702, el gobernador del Tucumán don Juan de Zamudio, le hizo merced a don Pedro Ladrón de Guevara, de las tierras situadas al norte de la estancia de Siguimán, en una extensión “de dos leguas desde Playón para abajo y otras dos para el poniente”, por donde limitaban con tierras del pueblo de Soto. Por otros rumbos, norte y oriente llegaban hasta dar con el pueblo de Toco y Siguimán.
No he podido encontrar en el Archivo Histórico el título de merced, el que debió quedar en poder de alguno de los sucesores de don Luís Ladrón de Guevara, hijo del anterior. Don Miguel Jerónimo de Calderilla acusó que don Francisco de Baigorrí la usurpó para obtener la suya.-
Para referirme a ella he tenido que servirme de la mención, muy abreviada, que del título de dicha merced se hace en el inventario de los bienes quedados al fallecimiento de don Luís Ladrón de Guevara y de la escritura otorgada el 22 de septiembre de 1731, ante el Alcalde ordinario de la ciudad de a don Luís de Tejeda y Guzmán por la que Petronila Ladrón de Guevara y su esposo don Francisco de Olmos y Cevallos venden a don Luís de Tejeda y Herrera o Guzmán, sobrino político de la primera, “la suerte de tierras que se llama y intitula Playón”, que a ella “le dieron en dote y casamiento el capitán Pedro de Guevara y doña Petronila de Fúnes, sus padres difuntos”.
Con los nombres de Toco Playón y la Cruz del Eje, indistintamente se designarán, en el futuro, a las mismas tierras, a pesar de uqe algunos pretendieron diferencias al solicitar les fuesen concedidas o al promover pleitos sobre los límites de las posesiones, como una mejor forma a emplear para hacer valer sus derechos sobre ellas. Deben distinguirse las tierras de Toco de las que, siendo parte de ellas, ocupó el asiento indígena del mismo nombre, no comprendido en la merced acordada a don Pedro Ladrón de Guevara por cuanto lindaba con él. Recién en 1735, don Francisco de Baigorri debió, por su cuenta, anexar las tierras del asiento a las de su merced o quedaron incluidas en la misma al dársele media legua por la una y la otra banda del río. En cuanto al nombre de Playón derivó de Olayon u Olaén. La merced concedida por el gobernador don Gonzalo de Abreu a don Jerónimo de Bustamante en 1576, dentro de la cual se formaría la estancia de San Marcos, abarcaba “desde lo que llama Olayon hasta cerca de Soto” y al confirmarla el gobernador don Juan Ramírez de Velasco en 1586, dijo que se extendía, “desde lo que llaman Olaén hasta cerca de Soto y Toco y hasta debajo de lo que llaman la Punilla”.

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Un año después de habérsele acordado a don Pedro Ladrón de Guevara la merced de Olayón, el 10 de enero de 1703, don Gaspar Varona, gobernador del Tucumán, concedió en merced las tierras del asiento de Toco a don José González Merguette, “maestro alarife de arquitectura, traído a esta ciudad de Córdoba desde el valle de Cintti, en el reino del Perú, para reedificación de la iglesia Catedral, a más tiempo de cuatro años”. El agraciado fundó su pedido en que, “habiéndose faltado a lo capitulado conmigo, me he detenido este tiempo, habiendo perdido mi mujer, quedando cargado de hijos y me volví a casar sin esperanzas de volver a dicho valle y me hallo pobre y sin medios ninguno para el sustento de mi mujer e hijos y ha llegado a mi noticia se halla vaco, yermo y despoblado el pueblo de indios de Toco, jurisdicción de esta ciudad, como a veinte y seis leguas poco más o menos, camino de La Rioja”.
González no debió tomar posesión del asiento o lo abandonó, por la misma causa que adujo en 1724 el maestre de campo don Luis Ladrón de Guevara, propietario en ese entonces de la estancia de Siguimán, al solicitar se le hiciese merced de él diciendo que, “el pueblo de Toco fue en la antigüedad pueblo de indios y que se consumieron y que dichas tierras, por fragosas y montosas, son imposible de ser cultivadas e inhabilables y sí, por esto, no han sido pedidas de ningún otro benemérito”. A renglón seguido insistió en que sus tierras “están yermas y despobladas, incapaces de sementeras ni ganado poder conservar en ellas ni haber aguadas para mantenerlos”. La solicitud la formula “por los daños que recibe de la mucha gente que va a la algarroba”. Testificaron sus dichos los capitanes Gil Céliz de Burgos, Juan Suárez de Cabrera y Manuel Luján de Medina, coincidiendo los tres en “que sólo, en tiempo de algarroba, concurre a dicho paraje mucha gente, donde se ejecutan encándalos y deservicios de Dios y daños en la hacienda de viñas” pertenecientes a Ladrón de Guevara. En el expediente no consta si se accedió o no a lo solicitado, debiendo suponerse lo segundo al no ser incluido entre los bienes inventariados a su muerte.-
No debe extrañarnos que; a poco de iniciada la conquista, se extingan numerosos pueblos indígenas, como ocurrió con los de Caviche y Toco. Aníbal Montes hizo notar después de un prolijo estudio, que la región del noroeste cordobés “contaba con docenas de pueblos y que casi todos estos desaparecen”, agregando que, “contrariamente a una opinión generalizada, sin fundamento histórico, resulta que Toco no tuvo importancia ni en la conquista ni en los dos primeros siglos de la colonia. A fines del siglo XVII ya había desaparecido el pequeño pueblo indígena del lugar hoy ocupado por Cruz del Eje”.-

IV-

LA ESTANCIA DE SIGUIMAN

Al tratar sobre la Cruz del Eje mencionaré repetidas veces a la estancia de Siguiman, por lo cual doy algunos antecedentes sobre la misma que pueden servir para tener un conocimiento, aunque sucinto, sobre ella y de lo que significó en aquélla época.-
Alonso Luján de Medina y Pedro Ladrón de Guevara, propietarios de San marcos y Siguimán, al radicarse allí con sus familias, fueron los primeros que impulsaron la colonización de esta zona del noroeste de la provincia. Desde sus estancias, cuyas casas habitaciones estaban separadas por una corta distancia no mayor de cuatro leguas, partió y se desarrolló una obra civilizadora, continuada por sus descendientes y sucesores, que se tradujo en un manifiesto progreso para una región hasta entonces incuita y carente de población. Los pueblos indígenas existentes al llevarse a cabo la conquista, en su mayor parte se habían extinguido, trasladados los indios a otros lugares por sus encomenderos. Lo que ocurrió con los de Toco y Caviche no fueron excepciones. A esa conclusión llegó Aníbal Montes al investigar la toponimia cordobesa.-
En 1963 publiqué una reseña histórica de ¨ La Estancia y Capilla del Señor San Marcos ¨, lo que me exime de referirme a ella en esta oportunidad, dejando sentado que, lo que diré con relación a la importancia de Siguimán, puede decirse en parecidos términos sobre San Marcos.-
La formación de la estancia de Siguimán tuvo comienzos en la segunda mitad del siglo XVII. Luis Abreu de Albornoz, casado con doña Ana Céliz de Quiroga, obtuvo las tierras por concesión del gobernador don Francisco Negrete. En ese tiempo, abarcó ¨ una legua de largo y otra de ancho, desde el río de Olayón al poniente, en la banda norte del río Siguiman ¨.El nombre de río Olayón se le dio, en un principio al hoy río Quilpo, que desciende de la pampa de Olaén. A la muerte de Abreu, su única hija, doña María de Abreu de Albornoz y su esposo don Francisco Fernández Pizarro, vendieron estas tierras que después llamaron ¨ la estancia principal ¨ o ¨ la estancia vieja ¨, a su yerno, don Pedro Ladrón de Guevara, casado en primeras nupcias con doña Catalina Pizarro de Albornoz, hija de los vendedores que al enviudar, contrajo segundas nupcias con doña Petronila de Caballero y terceras con doña Josefa Núñez Pinaso, habiendo engendrado en sus tres matrimonios, trece hijos, a más de tres hijos naturales reconocidos, frutos de su unión con otra mujer.-
El nuevo dueño y su hijo don Luis Ladrón de Guevara, le dieron nuevos impulsos a la obra comenzada por Abreu, poblando de ganado sus campos y cultivándolos. El primero construyó gran parte de los edificios destinados a casa habitación, la capilla, el molino y una gran casa para bodega, en la que tenía instalado ¨ un alambique grande todo de cobre ¨ y aumentó la extensión de las tierras con las que le concedieron en merced, la primera, el gobernador don Tomás Félix de Argandoña, el 2 de Setiembre de 1687, de ¨ un pedazo de tierras con dos ojos de agua, de dos leguas poco más o menos y dista uno de otro una legua, poco más o menos, de norte a sur, corriendo por medio de ellos un arroyo que llaman de la Candelaria, lindando, por la parte del sur con el Potrero de Quilambé, al norte con tierras del pueblo de Toco; al naciente con las del pueblo de Quilpo y al poniente con las de Potrero de los indios de Soto ¨; la segunda, el gobernador don Juan de Zamudio, el 16 de mayo de 1702, de ¨ dos leguas de Olayón para abajo y otras dos leguas para la parte del poniente ¨; y la tercera, el gobernador don Esteban de Urizar, el 14 de setiembre de 1707, comprendidas, ¨ desde las juntas de los ríos Quilpo y la Candelaria para el sur, hasta dar con tierras de Quilambé y de Oriente a poniente, desde los linderos del capitán Pedro de Arballo ( estancia de San Marcos) hasta dar con el Potrero de Soto¨. Tengamos presente, para recordarlo cuando establezcamos que los nombres de Toco, Olayón y la Cruz del Eje corresponden a las mismas tierras, que las de Siguimán llegaron, conforme a los límites dados en la primera y segunda merced, por el norte hasta ¨ el pueblo Toco ¨ y según la tercera merced, hasta ¨las juntas de los ríos de Quilpo y la Candelaria¨ , que forman ¨ la punta del agua del río Siguimán ¨ después llamado río Cruz del Eje, lugar de referencia señalado como punto de partida ¨ para abajo ¨ , de la merced de Cruz del Eje y en el cual se ha construido el dique que embalsa sus aguas.-
Al pasar la estancia en 1716, por muerte de su padre, a ser de propiedad de don Luis Ladrón de Guevara, éste amplió las edificaciones, las que aun en regular estado de conservación y agregó nuevas tierras, unas por merced que recibió de las que pertenecieron ¨ al pueblo viejo de Siguimán ¨, y otras, ¨ al pueblo viejo, en frente al pueblo nuevo de Quilpo, con más las del pueblo de Quilpo y sobras de dicho pueblo ¨, adquiridas por compra al Monasterio de Santa Catalina.-
Una idea aproximada de lo que fue la estancia nos la dan, conforme se acostumbraba caratularlos en la época, ¨los inventarios, tasaciones de los bienes que quedaron por fin y muerte ¨ de don Pedro y de don Luis Ladrón de Guevara, de los que obtuve, igualmente, las otras referencias citadas. En ella, a más de la crianza de ganados en gran escala, se cultivaron hasta siete fanegas de trigo y existieron plantadas doscientas higueras, un número no especificado de durazneros, manzanos; membrillos, trece mil cepas de viñas, en hileras de cien cepas cada una y trece parrones, todo fructífero y otras quinientas cepas de majuelo.-
Al morir en 1728, don Luis Ladrón de Guevara dejó a sus herederos un establecimiento que , con San Marcos, constituyeron muestras evidentes del esfuerzo tesonero a que se entregaron quienes, llegados de España movidos por afanes de conquista para adquirir con urgencia las riquezas de oro y plata que desvelaban sus sueños, al verlos desvanecerse, sin desalentarse, transformáronse en hombres que, con trabajo infatigable, no se dieron reposo para forjar el presente y el porvenir de la que habría de ser la patria de sus hijos. En la iglesia de San Francisco de Córdoba reposan los restos de la mayoría de ellos los que, usando una feliz expresión de Luque Colombres, ¨ buscando ciudades de oro, terminaron fundando ciudades de barro ¨.-

V-

ORIGEN Y FORMACIÓN DEL VECINDARIO
LA VILLA – LA CIUDAD

La Villa, hoy ciudad de Cruz del Eje, se formó a través del curso de los años. No surgió de improviso, en razón de una fundación, como ocurrió con otras. Fue el resultado del agrupamiento que paulatinamente constituyeron los españoles y sus descendientes que antes fijaron su residencia en las estancias vecinas de Siguimán y San Marcos. Tras de ellos vinieron otros, provenientes la mayoría de la zona norte del valle de Punilla y algunos de la Ciudad de Córdoba, comprobación a que se llega por sus apellidos. A los anteriores se agregan indios y negros que les estaban vinculados, los primeros por anteriores encomiendas y los segundos en su condición de esclavos, todos los cuales, como fue de costumbre, adoptaron los patronímicos de los blancos. De la cruza de razas nacieron mestizos y mulatos. Esta característica de la población, en lo que se refiere a su constitución racial, igual a lo ocurrido en toda la América española, se aprecia en el censo de 1778, levantado en Siguimán y Cruz del Eje como en el resto de la provincia.
Por la manera en que se formó, no es posible establecer una fecha exacta que nos diga el principio de su existencia. El vecindario se arraigó en los lugares de asiento de los extinguidos pueblos indígenas de Toco y Caniche, esto es, en los extremos sur y norte de la actual ciudad, constituyéndose en Toco el núcleo principal por su proximidad a Siguimán.
Hemos comprobado, con los documentos citados antes, que las tierras ubicadas al norte de Siguimán, cruzadas por el río, hasta 1724 estuvieron ¨ yermas y despobladas ¨. No cambiaron sus condiciones en los años inmediatos.
En 1735, don Francisco de Baigorrí solicitó al gobernador del Tucumán don Juan de Armaza y Arregui, ¨ siendo como soy descendiente legítimo de los primeros pobladores de esta dicha ciudad ( Córdoba ) y casado con doña Josefa Ladrón de Guevara, descendiente también de los primeros pobladores ( fue hija de don Luis Ladrón de Guevara y de Doña María Ignacia de Cabrera ) ... me haga merced de una suerte de tierra llamadas comúnmente la Cruz del Eje, en la punta del agua del río Siguimán, como a veinte y seis leguas, más o menos, de esta dicha ciudad, que están yermas y despobladas, que corren dichas tierras desde los linderos de la merced que se hizo al capitán Pedro Ladrón de Guevara y hoy posee el maestre de campo Luis de Tejeda, mi cuñado, para abajo todo lo que hubiere vaco, con media legua de tierras para la una y la otra banda del río ... ¨ El 2 de setiembre del mismo año ¨ se le hizo merced de las dichas tierras contenidas en el dicho pedimento ¨ y el 22 de Setiembre, el juez de comisión don Estanislao de Toledo Pimentel, fechando el acta ¨ en este paraje de la Cruz del Eje ¨, le dio posesión de las mismas ante los testigos don Pedro Miguel de Bustos y don José Ortega, firmando a ruego del último don Juan Vicente Ladrón de Guevara, cuñado de Baigorrí.
Son estos dos, los primeros documentos que, con corta diferencia de días, individualizan a las tierras con el nombre en el nombre de Cruz del Eje. De su lectura pareciera surgir que la merced hecha a don Francisco de Baigorrí comprendía tierras que no fueron las de Toco y Olayón. A pesar de Ello, con los nombres de Toco, Olayón y la Cruz del Eje se designaron, abarcando mayor o menor extensión, las mismas tierras, aclarando que las de la Cruz del Eje constituyeron tan solo una porción de las que correspondían a la merced de Olayón, teniendo en cuenta las medidas que se le fijaron a una y otra, conforme lo acreditan títulos, actas de posesión y otro documentos que, en lo pertinente, transcribo en distintas partes de esta reseña. De no ubicarse desde la punta del agua del río Siguimán para el norte o noroeste las dos leguas ¨ para abajo ¨ que determina la merced de Olayón, que es el punto de partida ¨ para abajo ¨ de la merced de Cruz del Eje, no queda donde situarlas. Finalmente debemos considerar que, de no ser las mismas tierras, no se las hubiese mencionado, como ocurrió en más de una ocasión, con los nombres “de Olayón o la Cruz del Eje” y con criterio lógico tendríamos que admitir que el asiento del vecindario debió llevar únicamente el primer nombre, lo que no sucedió y no el segundo que resultaría pertenecer a otro lugar.-
Don Miguel Jerónimo de Caldevilla, casado con doña Antonia Ladrón de Guevara, hermana de la esposa de Baigorrí, planteó la cuestión en el pleito que sostuvo con los herederos de Don Francisco, representado por su hijo don José Privado de Baigorrí y su yerno don José León de Cáceres y Villagomez, casado con doña María Josefa de Baigorrí, disputando por la posesión del Sunchal, que ubicaban cada una de las partes dentro de sus posesiones. A Caldevilla se le había hecho merced, en 1757, por el Gobernador Don Juan de Espinosa y Dávalos, de ¨ un territorio que se halla en el paraje de las Salinas, nombrado El Manantial ¨ cuya merced fue ampliada en 1765 por el gobernador don Juan Manuel Fernández Campero, dándole ¨ dos leguas y media a todos los vientos, que están en medio de las salinas y la Cruz del Eje y los Manantiales, contiguas a las Salinas de dichos Manantiales, llamado el paraje Sunchal, señalando por centro el dicho paraje citado.
Don Tomás Ortiz, apoderado de Caldevilla, en un escrito que presentó al Alcalde de primer voto, don Esteban de Montenegro, hizo constar ¨ la obrepción, subrepción y mala fe con que don Francisco de Baigorri, habiéndose usurpado los títulos de la merced que a don Pedro Ladrón de Guevara, abuelo de mi parte, le hizo al gobernador don Juan de Zamudio, de las tierras de Olayón y Toco, pidió por merced las mismas tierras de Toco bajo el supuesto nombre de Cruz del Eje, según consta de los títulos que en poder de mi parte se hallan ¨.
En otro escrito posterior presentado al Alcalde don Gregorio de Arrazcaeta, esta vez firmado por Caldevilla, volviendo sobre el mismo tema, afirmó que “consta de los autos y documentos que remití a la Audiencia y en caso necesario lo haré constar ante quien deba y pueda, lo primero, que las tierras que le fueron dadas de merced a don Francisco de Baigorrí, que son las que Cáceres ha detentado, le fueron dadas muchos años antes por el Señor Gobernador don Juan de Zamudio al capitán don Pedro Ladrón de Guevara, abuelo de mi mujer ( merced de Olayón ) ; consta lo segundo que, aunque por fallecimiento del dicho don Pedro, se le adjudicaron las dichas tierras a doña Petronila de Guevara, hija del expresado don Pedro y mujer de don Francisco de Olmos, las compró de ésta, el maestre de campo don Luis Ladrón de Guevara, mi suegro ¨. Este segundo hecho lo compruebo con el testamento de don Luis Ladrón Guevara, agregado a su juicio sucesorio, en el cual declara ¨ que ( sobre ) la estancia del Tránsito, que le fue adjudicada a doña Petronila de Guevara, mi hermana, mujer legítima de don Francisco de Olmos, tengo ajustado contrato de venta con el dicho don Francisco de Olmos y su mujer desela comprar y en señal de su venta me tienen entregado los instrumentos de su derecho y recibido a cuenta la cantidad que constará por las partidas de mi libro de cuentas ¨, agregando más adelante en el mismo testamento, ¨ que en dicha estancia tengo, por vía de empréstito, al maestre de campo de Don Luis de Tejeda ¨. Ya dije que el título de la merced de Olayón se incluyó entre los títulos de propiedades inventariados en la sucesión de don Luis Ladrón de Guevara, cuyo juicio quedó inconcluso al no haberse efectuado adjudicaciones de bienes a los herederos. La estancia del Tránsito se integró con tierras de Olayón ( ver nota 4 del capítulo III de esta reseña ).
Agregó Caldevilla que ¨ consta lo tercero, que la dicha Petronila, de mancomún con don Francisco de Olmos, le entregaron efectivamente las deducidas tierras y sus títulos al mencionado don Luis de Guevara, quien esta virtud, las poseyó y tuvo en ellas, por préstamo que le hizo a su yerno don Luis de Tejeda, quien, en esta atención no pudo, si no es con notoria mala fe, comprar a don Francisco de Olmos, las dichas tierras, que le constaban ser de su suegro, como que por su orden había estado en ellas ( la escritura de esta compra la he citado anteriormente ); y finalmente consta lo cuarto, que habiendo quedado Francisco de Baigorrí de albacea del dicho don Luis de Guevara y por tenedor de los bienes que, por fin y muerte de éste y de doña Ignacia de Cabrera, su mujer, quedaron, se ocultó los títulos que acreditaban ser las tierras de Olayón o Cruz del Eje del mismo Guevara y con este dolo mal pudo pedirlas de merced ...¨. A estas reiteradas expresiones de Caldevilla, los documentos citados por mí confirman, nada respondieron ni pretendieron refutarlas Cáceres y Privado de Baigorrí. Unicamente, en otro juicio iniciado por José León de Cáceres, éste denunció que Caldevilla había introducido animales y ejercido otros actos de posesión en Olayón, mientras estaba sin resolverse la apelación interpuesta en el anterior ante la Audiencia de La Plata, reclamo inexplicable si él no era propietario de las tierras que sólo podrían ser suyas si se trataban de las mismas llamadas la Cruz del Eje. Ante lo sostenido por Caldevilla, Cáceres se limitó a negar que Olayón hubiese sido comprado por Luis Ladrón de Guevara a su hermana Petronila y a su esposo Francisco de Olmos y acusó a Juan Tiburcio Ordóñez, apoderado de Caldevilla, de haber retirado y tener en su poder, si derecho alguno, el título de merced, lo que resultó probado. No desmintió que Olayón y la Cruz del Eje fuesen las mismas tierras ni procuró diferenciarlas, pasando por alto la cuestión que quedó sin aclararse al no proseguir las actuaciones.
La documentación aportada permite llegar a la conclusión de que don Francisco de Baigorrí es quien, en 1735, les aplicó por primera vez a estas tierras el nombre de la Cruz del Eje. No se encuentra ningún documento de fecha anterior en el cual se les dio ese nombre. De nada vale que él hubiese dicho que eran ¨ llamadas comúnmente la Cruz del Eje ¨. Basta tener presente que en 1724, once años antes, don Luis Ladrón de Guevara para nada lo mencionó al pedir el pueblo de Toco y que doña Petronila Ladrón de Guevara y don Francisco de Olmos, tampoco lo hicieron en 1731, cuatro años antes, al vender El Tránsito, en Olayón ni al señalar sus límites. Ninguno de ellos pudo ignorar el nuevo nombre, máximo si con él eran ¨ llamadas comúnmente ¨.
¿ Qué razones tuvo o en qué se fundó Baigorrí para darles este nombre ? Pueden formularse diversas hipótesis sin que nada cierto las fundamenten, entre ellas, el que los españoles acostumbraron plantar cruces en acto de afirmación de su fe religiosa o para significar la toma de posesión de las tierras, como ocurrió en el caso que mencioné al relatar lo sucedido en las tierras de Calamuchita o para que sirvieran de mojones determinantes de los límites de sus propiedades. En más de una escritura fechada en aquellos años, que tratan de operaciones sobre campos, se cita una cruz como mojón. También pudo basarse en el nombre de Jaguey de la Cruz que le dio Gaspar de Medina al asiento de Caniche que estuvo situado en las mismas. Si pretendiéramos responder así al interrogante, marginaríamos la labor histórica que, para ser tal, debe partir de hechos ciertos.
En el curso de la tramitación del juicio sostenido por los herederos de Baigorrí y Caldevilla, las tierras de la Cruz del Eje, fueron mensuradas el 7 de Agosto de 1764. El capitán José Francisco de Echevarría , a quien el Alcalde ordinario Don José Martínez le encomendó la tarea, consignó en el acta, que ¨ pasó a la medición de las tierras de la Cruz del Eje por otro nombre Toco- Toco, tomó una cuerda de cincuenta varas medidas fielmente ante testigos que abajo contarán y dando cuarenta varas de hueco en el centro de Toco- Toco, tiró al norte y la sesenta cordeladas que hacen media legua llegaron a un algarrobo que está junto a una barranca donde se arrima el río ( hoy se la llama Barranca de los Loros ) y unas piedras grandes, y queriendo medir una parte y otra del río, dijeron ambos, don Miguel de Caldevilla y don José León de Cáceres, que no era necesario respecto de que no se dañificaban ni uno ni otro y porque las tierras del capitán de levas don Miguel de Caldevilla lindan con las referidas de Toco- Toco, río abajo, tirando al norte, le di posesión de todas las contenidas en título de merced, desde donde terminó la última cordelada, en un árbol que está junto a una barranca donde se arrima el río, hasta los Manantiales de las Salinas ¨.-
Resultando de la medición que efectuó el capitán Echeverría, habérsele dado posesión del paraje del Sunchal a don Miguel de Caldevilla, Cáceres reclamó al Alcalde, sosteniendo que el Manantial o Manantiales dista cosa de diez y seis leguas de la punta del río Siguimán y que a Caldevilla, en su merced, se le dio un cuarto de legua a cada rumbo de dicho ojo de agua. Resuelta la cuestión por el Alcalde a favor de Cáceres, ordenó el 11 de noviembre de 1764 que el comisionado, ¨ puesto en los linderos de las tierras que poseyó el maestre de campo don Luis de Tejeda, se le dé posesión de las tierras que corren para abajo, media legua de cada banda del río de Siguimán, en la punta del agua ¨, cuya orden cumplimentó don José Olmos el 28 diciembre del mismo año.
A más de haber sido don Francisco de Baigorrí quien le dio a las tierras el nombre de la Cruz del Eje, fue también el primero que las pobló. Antes de él estuvieron ¨ yermas y despobladas ¨. Requerido en 1772 el testimonio de vecinos para comprobar el hecho, don José Olmos dijo ¨ que sabe y le consta que don Francisco de Baigorrí poseyó las tierras nombradas la cruz del Eje, en las que mantenía sus haciendas mayores y menores ¨; don Francisco Luna, vecino de la Quebrada, en el valle de Punilla, algunos de cuyos descendientes se radicaron después en la Cruz del Eje, afirmó que ¨ conoció el paraje de la Cruz del Eje despoblado y le consta que después lo pidió por merced don Francisco de Baigorrí, a quien lo conoció poblado en dicho paraje de la Cruz del Eje ¨; don José Domingo Ruiz, vecino del partido de Ischilín, refirió que ¨ ha conocido en dichas tierras ganado de don Domingo Irusta ( fue casado con doña María Ignacia de Baigorrí, hija de don Francisco ) y después ha conocido también poblado a don Privado de Baigorrí , hijo de don Francisco de Baigorrí ¨ ; don José Antonio de Ladrón de Guevara ( hijo de don Pedro José y nieto de don Luis Ladrón de Guevara ) , dijo que ¨ no ha conocido a don Francisco de Baigorrí, pero que ha conocido a sus descendientes poseyendo las tierras de la Cruz del Eje como propias, pobladas con casas y haciendas ¨ y finalmente, Santiago Ortega, mulato, José Ortega y Martín Ortega, indios, declararon que ¨ su padre vivió agregado a dichas tierras y que desde sus tiernos años han vivido en las tierras de la Cruz del Eje, puestos por don Francisco de Baigorrí ¨.
A don Francisco de Baigorrí le sucedieron en la posesión sus descendientes, su hijo don José Domingo Privado de Baigorrí, casado con doña María Antonia Caldevilla, sus yernos, don Domingo Irusta casado con doña María Ignacia de Baigorrí, don Sebastián Bustos casado con doña Isabel de Baigorrí, don José León de Cáceres y Villagómez casado con doña María Josefa de Baigorrí y otros parientes cercanos, como ser los hijos de don Domingo Ignacio de Cáceres y Villagomez, hermano del anterior, casado con doña Ursula de Toledo Pimentel, que residió en la vecina estancia de San Marcos , don José de Olmos y Rivera casado con doña Francisca Ladrón de Guevara, don Miguel Jerónimo de Caldevilla casado con doña Antonia Ladrón de Guevara y don Juan Antonio Ladrón de Guevara, hijas e hijo de don Luis Ladrón de Guevara, que resulta ser, en definitiva, el tronco e las primeras familias pobladoras de la Cruz del Eje. Al multiplicarse ésta, las tierras se subdividieron y la población se acrecentó más aún con los indios y negros traídos por los blancos para ejecutar las labores del campo. Los vínculos de familia y los intereses los relacionaron estrechamente. El 23 de marzo de 1767, ¨ los vecinos y transitantes a los parajes de San Marcos, San Jacinto, Siguimán y la Cruz del Eje ¨ se quejan ante el alcalde de la Ciudad de Córdoba don José de allende, por haber don Pedro Miguel Bustos y don Francisco Cevallos ¨ cercado los caminos precisos a dichos parajes, en lo que se les sigue gravísimos perjuicios ¨.
El censo de 1778, primero realizado en la provincia, nos informa sobre la existencia del naciente vecindario. La corta distancia que los separa debió ser la causa por la cual don Domingo Ignacio de Cáceres y Villagómez censó en un solo acto, el 17 de diciembre de ese año, a los habitantes de Siguimán y la Cruz del Eje. Al no especificar el censista la diferente residencia de las personas no podemos saber cuales corresponden a uno y otro lugar. Los pertenecientes a la raza blanca suman treinta y nueve, entre los que se encuentran Baigorrí, Guevara, Olmos, Hirsuta, Caldevilla o Capdevila, Bustos, Aliaga, Zevallos, González y Punilla, todos parientes entre sí, unos más cercanos que otros. El parentezco nos da la razón que explica el por qué se establecieron allí. Los indios y negros totalizaron treinta y tres y sesenta y cuatro, respectivamente, llevando los mismos anteriores apellidos de los blancos y otros los de Luna, Ortega, Bracamonte, Luján, Salguero, Allende, Charras y Ochoa.-
En 1795 fueron censados los habitantes de los curatos. La Cruz del Eje se encontraba contenida en le curato de Punilla. Su población, aun de escaso número, alcanzó a 92 personas incluidos 15 indios, 5 esclavos y 4 agregados, de lo que resulta que el mayor número de indios y negros censados antes vivían en Siguimán. Los apellidos son los mismos, agregándose los Pereyra, Luna, Ruiz, Reynoso, Arévalo, Gómez, Villada y Gaona o Gauna. Los de mejor posición económica debieron ser don Pedro Hirsuta, dueño de tres esclavos y don Manuel Villada, de dos esclavos con más cuatro agregados a su servicio. Todos estos apellidos, registrados en ambos censos, los llevan hasta hoy sus descendientes, nativos del lugar.

A fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, la Cruz del Eje Adquiere mayor importancia favorecida por su margen sobre el camino de carretas que iba de Córdoba a La Rioja y por la fertilidad de sus tierras, mejoradas por el riego que se efectuaba mediante acequias que levantaban el agua del río. Nos da una idea de ello una manifestación hecho por Calderilla en 1772, quien dijo tener en el Sunchal tres mil mulas entre propias y ajenas recibidas a pastaje.-
En 1813 se procedió a efectuar el primer censo posterior a la Revolución de Mayo. En esa época la Cruz del Eje integró por un corto tiempo el curato de Soto. Fueron censados 29 blancos, 23 negros libres, 5 esclavos y 2 indios, formando un total de 59 habitantes. Los blancos llevan los apellidos de Cáceres, Bustos, Heredia, Olmos, González, Hirsuta, Luna, Rosales, Calderilla y Sánchez. Los indios y negros figuran con iguales apelativos o con los de Reynoso, Ortega, Suárez, Guevara, Bracamonte y Ochoa. Comparando este censo con el anterior resulta evidente que en el de 1795 se incluyó indebidamente parte de la población radicada en la estancia de Siguimán.-
Las guerras civiles la castigaron como a todo el país pero no hicieron de ella uno de los escenarios de la contienda. A fines de 1840 y después de abandonar Macha, en donde estuvo estacionado, el general Manuel Oribe establece momentáneamente su campamento en la Cruz del Eje, en espera de conocer con seguridad el rumbo que tomarían las fuerzas unitarias al mando de los generales Lavalle y Lamadrid. Desde allí dató correspondía a Rosas informándole sobre sus planes.-
Anteriormente desde Macha, le había hecho saber que marchaba “una fuerte división compuesta de las tres armas al mando del general Angel Pacheco, división que, según los avisos de aquel jefe desde la Cruz del Eje, seguirá para la frontera de La Rioja”. Esta división fue la que, a los pocos días, sorprendió y derroto al coronel José María Vilela en San Cala, actual San Carlos Minas.
Organizada la República en 1853, diversas fechas y acontecimientos pueden considerarse como hitos que jalonan etapas de su crecimiento o señalan hechos que, en su momento, tuvieron resonancia en el ánimo de los pobladores. El 15 de julio de 1856, el gobernador don Roque Ferreira dividió en dos partes el departamento de la Punilla, disponiendo que una de ellas “se denominará departamento de la Cruz del Eje” y nombró Juez de Alzada a don Felipe. Crespo y Comandante a don Pedro José Cáceres, el primero de los cuales será sustituído el 11 de setiembre del mismo año por don José Eufrasio Páez, vecino de Bella Vista; el 9 de diciembre de 1857, “en este lugar de la Cruz del Eje”, como así se encabezó el acta, lo que nos indica que aun no ha pasado de ser un modesto vecindario, sin haber alcanzado la categoría de villa, la comisión electoral tomó juramento a los que resultaron por mayoría de sufragios el 11 de noviembre anterior, para constituir el primer Cuerpo Municipal del departamento Cruz del Eje, señores Felipe E. Crespo, Manuel Peralta , José Eufrasio Páez, Rafael Núñez y Roque Villada, “ después del cual la comisión lo declaró instalado”, asumiendo posteriormente el cargo de secretario del cuerpo don José Paulino Minuet; el 6 de enero de 1860 se creó el curato bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, separándolo del curato de Punilla y se nombró cura al presbítero don Rubén Márquez, quien el 25 de octubre de 1883 comenzó, con la contribución personal y de los vecinos, entre los que se destacaron Rafael Núñez. José Carballo, Félix A. Cáceres, Severo Herrera, Juan Peñéñory, Asicandro López , los trabajos de construcción de “una nueva iglesia”, frente a la plaza , la que tenía “cincuenta varas de largo, inclusive las murallas y ocho varas tres pulgadas de ancho”, estando orientada “al naciente con quince grados de inclinación al norte”, en noviembre de 1888 renunció al curato el presbítero Márquez y asumió el cargo el presbítero Rufino Polanco, que dispuso al año siguiente demoler la iglesia aun no totalmente terminada e iniciar la construcción de la actual , frente a la misma plaza y haciendo cruz con la anterior , concluída en 1901, habiendo ejecutado la obra los vecinos Carlos Tarter , Alejandro Pellizoni, Fernando Larcher y Augusto Beuck. La “nueva iglesia” cuya construcción se inició a iniciativa del presbítero Márquez, sustituyó a la primitiva Capilla pública erigida “en el lugar llamado Playón o vulgarmente Cruz del Eje, que parece una villa en su población”, por el entoces cura vicario de la Punilla , doctor José Vicente Ramírez de Arellano, con las previas licencias que le acordaron el Provisor y vece capitular del Obispado, doctor José Gabriel Echenique y el gobernador delegado de la provincia don Domingo Aguirre, concedidas el 9 y 11 de marzo de 1835 respectivamente, para que pueda edificar la capilla “en lugar de Playón o Cruz del Eje”.
Un hecho memorable ocurrido en aquellos años fue el paso por la Cruz del Eje del Chacho Peñaloza y sus riojanos que invadieron Córdoba para regresar por el mismo camino al ser vencidos en las puertas de la ciudad capital por el general Paunero en la batalla de Las Playas, librada el 23 de junio de 1863. Las dos apariciones de los llanistas provocó el pánico entre los cruzdelejeños, que huyeron a los montes cercanos ante el temor sufrir los vejámenes. Relato de éste hecho los escuché a quienes, siendo niños, lo presenciaron noticias de él por sus padres.-
Otro acontecimiento que alteró en los mismos años la vida pueblerina fue la repercusión que en ella tuvo el movimiento revolucionario producido en Córdoba el 23 de febrero de 1860, con el propósito de deponer al gobernador doctor Mariano Fragueiro, preso durante veinticuatro horas en circunstancias de encontrarse en Santa Catalina.-
Siete días antes, el teniente coronel del Regimiento de Guardias Nacionales don Carlos M. Armesto puso en antecedentes al gobernador sobre la revolución que estaba en marcha. Desde la cruz del Eje le hizo saber “que tiene aviso por varios sujetos, que en algún punto de este departamento se encuentran tumultos de hombres amotinados en contra de S.S., los mismos que hacen correr la voz que, en el acto que S.S. sea atacado por otro bando igual a éste, se hará tanto con él, en compañía de los demás jefes y oficiales del departamento, solicitándole órdenes “por no poder hacer movimiento alguno en la tropa sin la disposición de S.S.”
Vencida la revolución, el teniente coronel Armesto informó al gobernador delegado, doctor Félix de la peña, que el 7 de marzo ha “sofocado las montoneras que en contra del gobierno se habían rebelado, como así mismo ha suspendido del empleo al Juez de Primera Instancia como el de Alzada por ser los más comprometidos en la revolución, como lo es la Corporación Municipal”, nombrando para desempeñar los empleos, a don Domingo Olmos en Primera Instancia y a don Aurelio Crespo de Alzada, “todo lo que no se ha practicado más antes por haber sido yo y dos de los jefes, sorprendidos y tomados presos por orden del revoltoso de Quinteros, a cuya presencia fuimos conducidos y después sueltos por garantirnos don Basilio Olmos bajo su responsabilidad”. En otra nota, fechada el 25 del mismo mes, le da cuenta al gobernador delegado, de “hallarse presos y procesándose los cabecillas de este departamento, el municipal don Pedro José Cáceres e hijo y el Juez de esta pedanía don Ismael Cáceres, no habiendo podido proceder en igual forma con el juez de Alzada don Cándido Peralta”. No lo menciono entre los detenidos al “revoltoso de Quinteros” como lo llamó Armesto al jefe del movimiento revolucionario de la Cruz del Eje, coronel Juan Manuel Quinteros, que anteriormente desempeñó el cargo de Comandante General del Oeste. Seguramente escapó de caer en manos de sus perseguidores huyendo al ser vencida la revolución.-
El 14 de setiembre de 1871, el gobernador don Juan Antonio Alvarez nombró primer jefe político del departamento al doctor Bernabé Peralte, estanciero de Soto; el 8 de mayo de 1890, el gobernador don Marcos N. Juárez, accediendo al petitorio de treinta y nueve vecinos contribuyentes, dictó el decreto de creación de la Municipalidad de la villa de Cruz del Eje, fijando como punto céntrico, a los fines de establecer los límites del distrito,”el lugar donde la línea férrea a Chilecito corta la calle principal de la población y desde allí cinco kilómetros hacia los cuatro vientos principales, quedando a la vez fijada su población en cuatro mil habitantes según el cómputo hecho por la oficina de Estadística”, llevándose a cabo el 1 de junio del citado año la elección de Intendente y seis miembros que debían constituir el Cuerpo Deliberante Municipal, habiendo concurrido al acto, verificado en el atrio de la iglesia parroquial, diez y ocho ciudadanos que votaron en forma unánime por los señores José Carballo, Ricardo Villada, Ramón López Sánchez, Pedro N. Peñaloza, Severo H. Herrera y Sigifredo Cáceres para concejales y por el señor Félix A. Cáceres para Intendente, todos los cuales asumieron sus cargos el día 4 del expresado mes; en 1892 se libró definitivamente al servicio público la línea del Ferrocarril la Argentino del Norte, que la unió por este medio de comunicación con el resto del país y que, al instalar sus talleres en la localidad, dio mayor importancia al sector norte, aumentando su población con los que llegaron de diferentes lugares de la República para, en razón de sus tareas, fijar allí sus residencia definitiva, en 1933 el gobierno de la Nación dispuso sustituir la Escuela Normal de Preceptores, instalada en 1918, por la Escuela de Maestros Normales Regionales, la que en 1964 incorporó a sus planes de estudio los profesorado de Letras y de Ciencias, a la que se han sumado en años posteriores a 1933 otros Institutos De Enseñanza Secundaria Comercial y Técnica, Nacionales, Provinciales y Privados, que sirven en forma eficiente al mejor desarrollo de la cultura en el medio social, el 3 de agosto de 1936 la Legislatura de la Provincia sancionó la Ley 3674 que dio a Cruz del Eje la categoría de ciudad, el 7 y 8 de agosto de 1963, el gobierno de la nación dictó los decretos números 6008 y 6046 por los que se eligió la Diócesis de Cruz del Eje y se fijó su jurisdicción que comprende las parroquias de los departamentos Cruz del Eje, Minas, Pocho, San Alberto, San Javier, Ischilín, Tulumba, Río Seco y Sobremonte y las parroquias de Capilla del Monte y La Cumbre del departamento Punilla, en base a cuyos decretos el Papa Paulo VI expidió las Bulas sobre erección canónica de dicha Diócesis con las jurisdicción antes indicada, designando Iglesia Catedral a la parroquial de Nuestra Señora del Valle, edificada frente a la plaza Armesto y nombrando primer Obispo a Monseñor Doctor Enrique Pechuán Marín, quien asumió sus funciones el 4 de abril de 1964.
Hoy, con veinte y dos mil habitantes, con sus industrias, en particular la del aceite comestible derivada de las cinco mil hectáreas de plantaciones de olivos efectuadas en la zona, con su comercio que gira con fuertes capitales y con los productos de las tierras de labranzas del departamento que allí convergen, como son el garbanzo, el algodón, el maíz y el tomate, entre otros, Cruz del Eje es la ciudad más importante del noroeste cordobés.







3 comentarios:

José Luis Planas Osorio dijo...

Muy bueno tu Blog. Excelente la información de Lozada Echenique. Felicitaciones y adelante ...!!

raul tello, pechy dijo...

buenisimo todo, muy interesante y veo que tras el nombre de cruz del eje hay demasiadas cosas por conocer..

Unknown dijo...

Excelente!! Para los que no hemos nacido en Cruz del Eje pero la ciudad nos adoptó